12.12.08

"Historias tupamaras": opinan Rilla y Chasquetti

Lo que sigue es la reproducción de lo dicho en una mesa redonda realizada a modo de presentación de mi libro Historias Tupamaras: nuevos testimonios sobre los mitos del MLN en el programa “No toquen nada”, de Océano FM, el lunes 8 de diciembre, con el historiador José Rilla, el politólogo Daniel Chasquetti y el periodista Joel Rosenberg.

Rosenberg: preguntémosle a Chasquetti, en su condición de politólogo, y a Rilla, como académico, qué hay de nuevo acá, que pueden aportar estas Historias Tupamaras.

Chasquetti: este es un gran libro, por varias razones. Primero porque está escrito desde el periodismo, pero de manera prolija, ordenada, sistemática, bien escrito. El método que utiliza Leonardo es fantástico. El libro está ordenado en capítulos, porque el libro está ordenado en seis mitos, los cuales son presentados por sus constructores: Mujica, Rosencof, Fernández Huidobro, la historiadora Clara Aldrighi.

Rosenberg: -Historiadora que integró además el MLN.

Chasquetti: Y que escribió una obra muy influyente en esta reconstrucción histórica. Pero lo que deja en claro Leonardo a través de testimonios y de una reconstrucción muy fina, porque no solo se basa en esos nueve testimonios…

Rosenberg: Hay muchos documentos.

Chasquetti: Hay mucha información, ahí muestra Leonardo todo su oficio de investigador. Lo que hace Leonardo en cada capítulo es desmontar ese mito. Lo cual a mí me parece que es una tarea que excede largamente la labor del periodista, porque ya asume las herramientas y las armas de los cientistas sociales y los historiadores, que tenemos normalmente este tipo de metodología.
Daniel Chasquetti Historias tupamaras, MLN, tupamaros
Daniel Chasquetti
Lo segundo que quería decir es que es un libro muy triste, porque nos obliga a mirar nuestro pasado y ver como una generación de jóvenes se embanderó con una idea que podía parecer muy loable, pero que generó consecuencias dramáticas, que todavía hoy vivimos y sobrellevamos. Me parece que el libro deja muy claro que en verdad Uruguay se podría haber evitado muchas cosas si esta idea de hacer la revolución armada en un país como Uruguay, si estos jóvenes le hubieran hecho caso al Che Guevara, Uruguay se hubiese podido ahorrar mucha cosa.

Rosenberg: Cuando vino en el 61.

Chasquetti: Claro, el Che Guevara vino (a Uruguay) y en una conferencia en el Paraninfo de la Universidad dijo que no tenía mucho sentido levantarse en armas en una democracia donde funcionaban las instituciones y había libertad. Y esa sensación te queda con este libro. Las historias personales de estos nueve tupamaros son bastante tristes, dramáticas, y me parece que son un retrato de los últimos 30 años de nuestro país.

Rilla: Yo comparto esto que decía Daniel. Es un libro que yo me lo devoré en un día. Y creo que eso le va a pasar a cualquier lector más o menos interesado y honesto. Lo va a leer con mucha avidez. A mí me dejó una sensación ambigua. De tristeza, por aquello de que fue capaz el Uruguay. Hasta me animo a decir, yo que no tuve nada que ver pero me siento parte de eso: aquello de lo que fuimos capaces. Por otro lado, el libro me dejó una sensación de alivio, porque es muy bueno que estas cosas se cuenten, se relaten. No con la pretensión de hacer la última y definitiva historia de este proceso. Se equivocará aquel que piense que esto cierra la narración, la comprensión histórica. No, no, no la cierra. Creo la reabre de una manera muy significativa, que son cosas muy distintas. Uno siente el alivio de ver, desde la otra cara de la luna, como se podían ver las cosas. El punto de partida es un punto terrible, porque es como si la guerra siguiera. Cuando un entrevistado dice: “esta persona es un traidor”, está hablando el lenguaje de la guerra y me parece que es muy inteligente empezar a tirar de esa piola, como lo hace Leonardo, y atravesarla por la idea de los mitos. A mí esa es una cosa que me parece muy interesante, la cuestión de los mitos. Porque los mitos son muy importantes. En el lenguaje vulgar tendemos a hablar mal de los mitos, pero los mitos son relatos muy potentes de los orígenes de las cosas. Entonces, yo no sé qué me da más rabia cuando leo este libro: la mentira con la que hemos convivido, o el hecho de que la mentira haya sido creída entusiastamente por miles y miles de personas. Para un investigador, el segundo desafío es mucho más pesado que el primero. Porque podemos descubrir que tal o cual cosa no era así: este libro lo demuestra. Pero tenemos inmediatamente un problema: ¿cómo explicamos, y ahí está la fuerza de los mitos, que esto haya sido entusiastamente creído por tanta gente hasta el día de hoy? Eso es lo que a uno lo perturba.

Rosenberg: Lo del día de hoy es fuerte porque seguimos conviviendo con algunas de esas historias día a día, en los medios de comunicación. Los seis mitos son:
1) El MLN nació para enfrentar el golpe de estado
2) El MLN es totalmente inocente del ascenso militar
3) El MLN perdió por motivos ajenos a su propuesta política.
4) El asesinato de Pascasio Báez fue un error.
5) El MLN como modelo de virtud y ámbito de felicidad total.
6) Los renunciantes de 1974 le pegaron un tiro en la nuca al MLN.


Rosenberg: vamos a hablar del primer mito, obviamente no vamos a poder hablar de todos: el MLN nació para enfrentar el golpe de Estado. ¿Cuándo nació y para qué nació el MLN?

Chasquetti: Este es uno de los mitos más asombrosos, porque lentamente fue ingresando en la política uruguaya este discurso de que el MLN tenía como objetivo la autodefensa de los movimientos populares y sociales. Y cuando uno lee mínimamente cualquier obra de historia, sea de un historiador de gran reputación o de un desconocido, casi todos llegan a la misma conclusión: el MLN nació en el año 61-62 cuando la idea del golpe de Estado estaba lejos. Es cierto que en el 64 comienzan a surgir rumores, incluso la CNT y el Congreso del Pueblo toman decisiones de que hacer si efectivamente había un golpe de Estado. Pero cuando eso ocurre el MLN ya estaba creado y eso está en los testimonios de los propios integrantes. Yo creo que este mito está muy bien demostrado. Y lo curioso es que si lo vemos así parece una cosa sencilla. Y sin embargo yo escuché a Mujica, a Huidobro, decirlo durante los últimos meses, en charlas, en discusiones. Hay otro mito, del cual Leo no se ocupa, que es que el MLN contribuyó a la fundación del Frente Amplio, lo cual es un disparate porque en realidad a buena parte de la dirección del MLN, sobre todo a Sendic, el Frente Amplio no le caía nada en gracia. Y sobre todo porque el MLN tenía muchos militantes que venían de una raíz nacionalista, no era solamente un grupo de personas provenientes de la izquierda. Entonces, en los últimos años Huidobro y compañía se encargaron en los últimos diez, quince años, escribiendo libros, escribiendo columnas en los diarios, de ir modificando la historia. Yo creo que este libro viene a hacer justicia. Como dice Luis Nieto, uno de los entrevistados: él en un momento utiliza la imagen de que la historia del MLN está envuelta en una gran neblina. Yo creo que está sucediendo eso. Y este libro nos ayuda y nos permite mirar mejor este problema.

Rosenberg: Hablando de este mito, más allá de los testimonios, hay muchos documentos, el documento uno, las 30 Preguntas a un tupamaro de Sendic. El mito está contrarrestado con documentos.

Rilla: Que son demoledores. No son documentos desconocidos para el análisis de este proceso. Habían sido transcriptos en otros textos, pero en otros contextos también. La documentación nunca se coloca de manera ingenua o inocente. Y en todo caso prueba de que no es posible, en este libro se demuestra y en otros libros que han sido bastante maltratados ocurre lo mismo, no hay posibilidad alguna desde el punto de vista empírico inscribir la emergencia del MLN en la tradición de las luchas por la democracia. No hay ninguna posibilidad. Hay tupamaros que saben eso perfectamente y que se han colocado en la otra esquina del ring y reclaman a la actual dirección una fidelidad a la historia. Cuando uno escucha a Zabalza, lo que dice respecto al origen y al transcurso, puede ser efectivamente –como yo lo creo- una demencia lo que él dice, pero dice la verdad. Le está reclamando a los jefes históricos del MLN una fidelidad a la historia de la cual coparticiparon. Le dice: Mujica, por favor, usted está cambiando la versión de los hechos, yo me acuerdo; perdón, Fernández Huidobro, qué me está diciendo, yo me acuerdo, yo estaba allí igual que usted y no decíamos esto.

Rosenberg: Había sido una única voz. Acá aparece un racimo de voces.

Rilla: Un racimo de voces que tiene la ventaja de haberse dispersado luego y estar diseminados en actividades bien diferentes, en oficios bien diferentes, que tienen una relación con la política también distinta, y cierta distancia, cierta capacidad para decir: “en qué locura nos metimos”. Y más que eso, que es un paso moralmente más importante: “en qué locura metimos al país, al Uruguay”. Cuando leo esto y veo que eran chiquilines de 18, de 19, de 20, 21 años, me cuesta imaginarlo. La fuerza que tenía la idea de la insurrección armada era muy seductora. Me parece que queda bastante bien en este libro la posición que tenía al respecto el Partido Comunista, que es como la otra historia de la familia. El Partido Comunista que decía que no había las más mínimas condiciones para esto. Los tupamaros parecen decir: a nosotros no nos importaba demasiado todo el tema de la teoría, nuestra teoría es la acción, como sabemos que se decía. Por lo tanto nuestras lecturas, nuestros estudios eran limitados, a pesar de que pertenecían a la burguesía, a la clase media más o menos ilustrada. La proporción de obreros era mínima.

Rosenberg: Y los peones rurales tampoco los acompañaron.

Rilla: Tampoco. Creo que este libro relativiza un tanto las afirmaciones de la investigación de Hebert Gatto, acerca del peso que el marxismo leninismo tenía en la formación del MLN. No sé si es efectivamente correcto, pero es muy interesante como discusión. ¿Pesaba más el tema ideológico? ¿O pesaba mucho más en el MLN la pasión por el mando, por el poder? Esto que todavía hoy escucho, y me eriza la piel, cuando se habla de los presuntos fracasos del gobierno, se dice: lo que pasa es que tenemos el gobierno, pero no tenemos el poder. Eso lo escuchamos hoy. Y eso es una locura, pero eso no nació hoy, eso está en aquel momento.

Rosenberg: Hablemos del quinto mito: el MLN como modelo de virtud y ámbito de felicidad total.

Historias tupamaras. MLN tupamaros. Leonardo Haberkorn
http://www.leonardohaberkorn.hol.es/libros.html
Chasquetti: Ese capítulo para mí es asombroso, porque arranca con un testimonio de Yessie Macchi sobre la felicidad y plenitud que el militante puede adquirir al momento de entregar sus vidas, sus horas, su tiempo a la causa. Sin embargo, las opiniones que vienen luego son tremendas. Yo creo que este no es un problema solo del MLN sino de todas las organizaciones que cooptan a sus miembros y los vuelven full time. Esto pasa también con militantes de sectas, es una situación bastante dramática. Me parece que ese capítulo está muy bien, porque lo que muestra es crudamente es la vida que llevaban muchos de los que entraban y luego no podían salir. Hay historias muy tristes, como la de Roque Arteche, un preso común que no tenía forma de salir. Y hay bastantes casos de este tipo. Ahí hay un punto fuerte del libro. Y me parece que a lo largo del libro Leonardo también desmonta esta idea, la de que la felicidad y la plenitud están en la organización. O por lo menos demuestra que el individuo también necesita lo colectivo, pero también su vida individual.
Rilla: (…) Yo conozco a varios de los que están aquí involucrados. De algunos de ellos, y no los conozco mal, los conozco bastante bien, no sabía las historias. Realmente me dejó aterrado. Es decir, en este libro descubrí cosas que le habían ocurrido a personas a las que conozco, a las que conozco más o menos bien, aunque en realidad no las conocía tan bien. ¿Qué le ha pasado al Uruguay que una persona a la que yo me considero cercano no me había relatado lo que le relata a Leonardo? Por eso decía que este libro me deja un poco triste a la vez que aliviado, porque me cuenta una historia que quería escuchar. También creo que es un libro que nos obliga, nos obliga a seguir revisando, a seguir pensando en estas cosas: no a cerrarlas. Y obliga a otros. Porque este libro termina con una especie de ejercicio de fantasía que hace Rodríguez Larreta, pensando en llenar el estadio Centenario, con todos los que de una manera directa o indirecta estuvieron involucrados en aquellos años: que vayan, confiesen lo que hicieron y después es vayan para su casa. Me hace acordar al trámite que tuvo en Sudáfrica esta situación. Y yo creo que este libro obliga a otros a decir. Aquí hay todas una Fuerzas Armadas que no hablan. No hablan. Entonces yo también creo que este libro es una contribución a que hablen.


7.11.08

La historia dulce y amarga del agua tónica Paso de los Toros

Todo comenzó una tranquila tarde de pueblo con un desafío. Después,
Rómulo Mangini intentó conseguir la fórmula durante uno o quizá dos años. Al fin lo logró y su invento fue un éxito. Desde entonces, millones de personas han gastado millones en comprar millones de litros del agua tónica de Mangini. Un agua dulce y amarga, como su historia.


por Leonardo Haberkorn

Hubo un tiempo en que la fábrica fue el orgullo y el motor del pueblo: allí trabajaron casi cien personas. Hoy la fábrica no existe, el agua tónica es propiedad de Pepsi Cola (Pepsico Inc., NuevaYork) y en Paso de los Toros lo único que queda es un cartel despintado al borde de la carretera que tiene el logotipo del agua tónica y dice: "Aquí nació Paso de los Toros".
En 1924 Rómulo Mangini, un montevideano de 41 años y con estudios de química, que había llegado a la modesta ciudad para trabajar en el comercio de la familia de su esposa, instaló una pequeña fábrica de soda. Unos meses después la amplió y comenzó a industrializar el jabón Teru Teru, y en 1926 incorporó a su producción refrescos con gustos de frutas.
Pero aunque aún hoy en Paso de los Toros los viejos recuerdan el dulce sabor de la Manzanet, solo uno de aquellos productos sobrevivió y se hizo verdaderamente famoso.
Quien desafió -y ayudó- a Mangini a conseguirlo fue un inglés llegado al pueblo de la mano del ferrocarril. Se llamaba Jorge Jones y se dice que fue quien llevó el primer automóvil y la primer pelota de fútbol a la ciudad, que hoy tiene 15.000 habitantes. Era "un amante de la buena vida y exquisito bebedor", relata Pedro Armúa en su Historia de Paso de los Toros.
Por entonces, la tónica más consumida en Uruguay era la Bull Dog, importada de Inglaterra. Una de las tantas tardes en que Mangini y Jones coincidieron en el club 25 de Agosto, el inglés desafió al uruguayo: ¿por qué no fabricaba un agua tónica tan buena como la inglesa?
Mangini respondió que no sabía la fórmula y Jones le contestó que él conocía los ingredientes, pero no las proporciones. Allí mismo, Jones le dijo a Rómulo cuáles eran los componentes.
Pocos días después Mangini hizo su primer intento y se lo dio a probar al inglés.

***

Así pasaron los meses, probando la fórmula uno, probando su sabor el otro. Para Mangini, un hombre de carácter fuerte, ex campeón de lucha grecorromana, aquello era un desafío.
El montevideano no era de los que se rendía fácil. Había ganado medallas como luchador, un deporte rudo que había moldeado su temple. Coraje no le faltaba: había participado incluso de una corrida de toros, antes de que fueran prohibidas en Uruguay. Conseguir la bebida perfecta era ahora el obstáculo que tenía frente a sus ojos.
Agua tónica Paso de los Toros - Rómulo Mangini - George Jones
Rómulo Mangini, abajo a la izquierda
Un folleto editado por Pepsi en 1992 -escrito por su ex funcionario Carlos Pijuán- relata que Mangini "se sumergió en una febril búsqueda de hierbas silvestres y frutas. Ninguna se salva de ser exprimida, diluida, mezclada. Agita, deja reposar, prepara fuego con leña, calienta el brebaje lo enfría, y con él concurre al club una y otra vez durante dos años".
Julio Monestier, un familiar de Mangini recientemente fallecido, cuenta en un escrito inédito que esos "largos meses de tanteos y experimentos tuvieran al fin su recompensa" el día que Jones sentenció: Esta es verdaderamente el agua tónica inglesa.
De tanto probar y probar fórmulas y licores diversos, Mangini había engordado. Su esposa lo retaba por ello y lo cachaba por ir tan seguido al baño, relató su nieto Marcelo Ceriani, de 33 años.
Don Rómulo se lo tomaba con humor. Años después le contó a uno de los camioneros que transportaban sus bebidas cómo habían sido aquellos días catando potajes imperfectos. "Un día el Viejo me dijo: ´me agarré unas cuantas cagaleras probando"', recuerda Roberto Paladino, que hoy tiene 62 años.

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Apenas Jones dio el visto bueno, Mangini comenzó a fabricar el agua tónica. Las fuentes no coinciden respecto a la fecha de inicio de la producción, se sabe que fue en los años 20. Su primer nombre fue "Príncipe de Gales". La calidad del paladar de Jones fue ratificada por el público: la nueva bebida fue un éxito en el pueblo. Luego su fama llegó a la vecina Durazno. Los pedidos crecieron de tal modo que pronto Mangini dejó de fabricar jabón y se concentró en las bebidas, sobre todo en la tónica. Con el paso del tiempo y viendo que el prestigio de su agua seguía creciendo, le cambió el nombre para homenajear al pueblo donde la había creado: Paso de los Toros.

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En la pizzería 18 de Julio, en Paso de los Toros, todavía conservan tres de aquellas primeras botellitas, que cada día eran más requeridas. En 1946 ya se vendían en la capital. "Mi padre le llevaba un camioncito chico por semana a un tal Sanguinetti que empezó a distribuir la tónica en Montevideo ", relató Paladino. Aquello del camioncito semanal "habrá durado seis meses" porque los montevideanos cada vez pedían más y hubo que multiplicar los envíos.
Pero el éxito comenzó a generarle un problema a Mangini: su fábrica no daba abasto y él carecía del capital necesario para ampliarla.
"Un día a Rómulo se le ocurrió ofrecerle a unos baristas grandes de Montevideo hacerse accionistas", continuó Paladino.
Mangini le propuso a Sanguinetti que lo ayudara a conseguir el apoyo de esos comerciantes. Pero -recordó Paladino- el distribuidor montevideano le respondió: "Con esas agüitas sucias no vas a hacer mucho".

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Consiguió los capitales en 1947. Dos acaudalados hombres de Durazno -Frank Marshall y Adolfo Caorsi- se asociaron con don Rómulo para fundar la Sociedad Anónima Agua Tónica Paso de los Toros. Además, se pusieron en venta acciones en el pueblo, a diez pesos cada una. "De inmediato se instaló en el viejo local una moderna máquina que aumentó en forma extraordinaria la producción", explica Armúa en su libro.
"En 1947 ya usábamos cuatro camiones para llevar el agua tónica a Montevideo y cada uno hacía tres viajes por semana. En verano -recuerda Paladino- no dábamos abasto. Yo llegué a hacer un viaje por día. Cada vez llevábamos más".
Mautone es uno de los pocos ex empleados de Mangini que sobrevive. Tiene 81 años, diez hijos, más de 60 nietos, ocho bisnietos y un hogar muy modesto ubicado donde la avenida 18 de Julio, la principal de Paso de los Toros, comienza a transformarse en campo. Cuando habla del agua tónica, los ojos le brillan. "Si usted estaba engripado o se sentía mal, se tomaba una y un Mejoral y ¡usted volaba!".

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Mangini solo confió su fórmula a su empleado de mayor confianza: Vignoly.
"Había un altillo donde se preparaba la esencia, pero solo subían él y Vignoly. Mi papá sabía hacer la Manzanet, que era tan rica, pero el agua tónica nunca supo", relató Raquel Torres que cuando niña se paseaba entre las máquinas de la fábrica porque su padre era uno de los empleados más antiguos.
Mautone recuerda que "cuando Vignoly terminaba de preparar un jarabe; le hacía una seña y el Viejo subía al altillo y probaba. El Viejo siempre tenía que dar el visto bueno".
Sin embargo, había un ingrediente que todos conocían: rayadura de cáscara de naranja. "Contrataban mujeres para rayar naranja. Las rayaban a mano, con rayadores parecidos a los de cocina. Usaban solo la cáscara y regalaban las naranjas peladas: todo el pueblo comía naranjas gratis", explicó Torres.

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Torres no tiene muy buen recuerdo de Mangini. "Tenía mal carácter. Cuando le pedían dinero decía: "Los pobres tienen que comer polenta y porotos"'.
Para Mautone, Rómulo era un jefe duro pero noble: "Como todo el personal, pasé muchos malos ratos ahí, porque trabajé como 20 o 21 años y el Viejo, como todo patrón, tenía sus cosas. Pero cuando lo precisé, siempre estuvo puesto".
"¿Sabe cuál era el sistema que tenía para retarnos?", pregunta sentado en una de las dos únicas sillas de su pieza. "Cuando se enojaba empezaba a bajar la escalera, y a medida que se acercaba iba apagando todas las máquinas. Cada paso que se acercaba, más silencio se hacía. Cuando había apagado todo, ahí nos empezaba a retar. Nos gritaba, pero nadie le contestaba. ¡Quién le iba a contestar! Si pesaba como 200 kilos y había sido campeón de lucha grecorromana! Gritaba: 'Si hay algún hijo de una gran puta que me quiera pelear ¡le pago para que me pelee!' Era bravo, pero de buen corazón".
Mangini metía miedo cuando estaba furioso. Armúa, en su Historia de Paso de los Toros, relata que dos veces el industrial se batió con luchadores profesionales que llegaron al pueblo. La primera vez fue cuando recaló en la ciudad un forzudo que se hacía llamar Míster Aladar y lo desafió. El industrial respondió que ya estaba retirado y fuera de forma, pero el Míster insistió. Por fin, pelearon en el teatro de la ciudad. La segunda vez fue cuando apareció una mole de músculos que doblaba las barras de hierro y se las enroscaba en los brazos. Don Rómulo volvió a aceptar el desafío, esta vez en un descampado y a solas. A pesar de estar retirado, Mangini logró empatar ambos duelos.


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El 17 de julio de 1948 el periódico isabelino La Idea homenajeó a Mangini y "a la consagrada y recomendada Agua Tónica, conocida y apreciada, no solo por su sabor exquisito sino también por sus condiciones medicinales".
"En honor a la verdad-se decía- es la única fábrica que funciona en esta villa, y que merced al esfuerzo incesante de su gestor y director-técnico, ha llegado a un grado de perfeccionamiento y actividad que ya no solo es conocida en este centro de la República, sí que también en el litoral, playas del Este y en la misma metrópoli"
José Pedro Álvarez, hoy de 66 años, recuerda que fue empleado por la fábrica en 1949: "Las máquinas no daban abasto, trabajábamos fuerte de día y de noche; en tres turnos de siete horas".
Precisamente tal era el crecimiento de la demanda en la metrópoli, que a principios de los años 50 Mangini y sus socios instalaron una segunda fábrica, en la avenida Millán, en Montevideo.

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"Un día llegaron a Paso de los Toros unos representantes de Pepsi Cola y comenzaron a ofrecer dinero por las acciones de la fábrica ", recuerda hoy Armúa. "Mucha gente las tenía olvidadas en los roperos. Fue un revuelo, todo el mundo buscando. Pepsi las pagaba muy bien y todos las vendieron locos de la vida".
Pepsi se dedicó, paso a paso, socio a socio, a conseguir la mayoría de la empresa y lo logró el 14 de febrero de 1955. Con la mayoría también consiguió la fórmula secreta.
Aquello fue duro para Mangini. "Demasiado pronto, el capital accionario del presidente quedó en minoría. El viejo luchador sintió hondamente que la empresa de toda su vida ya no era ‘su empresa’", escribió Monestier.
Poco después, el 19 de enero de 1957, Mangini murió.

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“Murió el Viejo y todo cambió", opinó Mautone. El ex empleado recordó que todas las bebidas "las hacíamos con agua corriente, pero la soda y la tónica se hacían con agua de un pozo que estaba en la misma fábrica. La tónica nunca fue la misma, porque el secreto era el agua de ese pozo. Ahora es agua dulce nomás".
Todos los que vieron la tónica de Mangini, concuerdan en que tenía reflejos azules.
"Era azulada. Uno la ponía a contraluz y veía el tornasol que formaba el aceite que llevaba, extraído de la cáscara de la naranja. La de antes le sacaba el dolor de estómago como si fuera un medicamento. Ahora es todo hecho en base a productos químicos. Nunca va a ser igual", dijo el ex empleado Álvarez.
Después de la muerte de Mangini, Pepsi cerró la fábrica de Paso de los Toros y la tónica fue fabricada solo en Montevideo. "Afortunadamente, el destino no quiso que él fuera testigo del desmantelamiento y la desaparición de la planta embotelladora isabelina, (...), drama al que la población local asistió con asombrosa pasividad y que constituyó una injusticia histórica para el creador del producto que ha paseado el nombre de Paso de los Toros por el mundo", escribió Monestier.
Pepsi insistía ante la familia de Mangini para que vendieran las acciones que aún permanecían en su poder. La viuda de Rómulo falleció en 1958. En 1961 la hija del matrimonio Mangini accedió a vender.
"Hoy yo no lo haría. Creo que mi madre lo hizo mal aconsejada y por todo lo que se le vino arriba de golpe, con la muerte de sus padres", dice hoy Marcelo Ceriani, 33 años, nieto de Mangini y funcionario del Sodre, el ente que controla las emisiones de radio y televisión del estado uruguayo.

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El local donde estuvo instalada fábrica todavía existe, frente a la estación de trenes de Paso de los Toros, en una calle rebautizada Rómulo Mangini aunque los carteles todavía no fueron cambiados y conservan el nombre anterior: Treinta y Tres.
En la fachada aún se lee "establecimiento industrial". Adentro todavía está el pozo de donde se extraía el agua de la tónica. Está sellado y -dice la leyenda- lleno de vidrio, arrojado cuando se cerró la fábrica. Sobre el techo aún cuelgan, inútiles, algunos de los caños por donde circularon los brebajes que inventaba el Viejo. También se conserva la puerta original de la cámara frigorífica.
Más allá de eso, de la fábrica no queda nada. La mitad del local es hoy un galpón semivacío; la otra mitad, una oficina pública.

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En Paso de los Toros no todos se resignan a que aquello se haya ido para siempre. "Se ha movilizado gente para que Pepsi Cola abra una fabrica acá, aunque sea chica, para que los que llegan y preguntan por el agua tónica tengan algo para ver. Pero no hay interés"; lamentó Gustavo Reisch, periodista local.
Los intentos son cíclicos. Ramón Anzalá era presidente del centro comercial cuando una delegación fue a hablar con Pepsi en 1982. Se les respondió que la empresa "tenía una dependencia prácticamente total de su casa central en Estados Unidos" y que allí ni se pensaba en reabrir la fábrica.
"Después que todo quedó descartado con Pepsi, iniciamos gestiones con gente vinculada a Coca Cola", continuó Anzalá. El grupo se había contactado con Vignoly y éste les había demostrado "con hechos fehacientes" que conocía la fórmula secreta. "Entonces le ofrecimos a la gente de Coca-Cola mejorar la Itú hasta darle el sabor de la Paso de los Toros. Pero ahí quebró la tablita del dólar y eso echó por tierra todos los intentos".
Hoy Vignoly también está muerto y "ya nadie sabe cómo hacer la tónica", sentencia Torres.


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La historia dio la razón al olfato empresarial de Pepsi. "El agua tónica Paso de los Toros es un fenómeno sorprendente, demostrado por su triunfo absoluto sobre las otras aguas tónicas contra las cuales compitió ", dice el folleto de Pijuán.
Paso de los Toros fue lanzada en Argentina en l964 y conquistó 95% del mercado, un guarismo impresionante si consideramos que su único y gran oponente (agua tónica Cunnington) contaba con un firme arraigo desde 1940", agrega.
En Uruguay su imposición es mayor aun. Según el departamento de marketing de la Pepsi local, Paso de los Toros acapara prácticamente el 100% del mercado de las tónicas.

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En Paso de los Toros existen emociones cruzadas respecto a la historia del agua tónica.
"Mangini pudo haberse hecho multimillonario, pero cometió el error de hacer una sociedad anónima ", dice Álvarez.
"La pena es que malvendió aquella fábrica, donde trabajaba tanta gente", dice Torres.
"Es un orgullo. Muchas veces no nos conocen como pueblo, pero nos conocen a través del agua tónica. Gracias a ella saben que existimos. Eso es muy importante. Lamentablemente no dejaron nada acá. En vez de adelantar al pueblo, lo atrasó ", resume Álvarez.

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Durante años, en casa de los descendientes de Mangini, no se mencionó a la Tónica, ni a la fábrica perdida ni a los millones que Pepsi gana con el invento de su padre y abuelo.
"No se hablaba mucho del tema para no ahondar el dolor de la vieja"; explica Roberto Ceriani, nieto de Mangini, de 32 años.
Nada quedó finalmente de la fábrica para la familia. El dinero que se obtuvo por la venta de las últimas acciones sirvió para hacer una casa y se acabó. "A partir de ahí siempre vivimos del salario de mi padre”, relata Marcelo, el hermano de Roberto.
Las pocas veces que "el manto de silencio " se quebraba, la hija de Mangini "solo pedía que ojalá se reconociera un día el mérito de su padre para que alguien en la familia pudiera aprovecharlo".
En cierto modo sus ruegos fueron escuchados. En los últimos años, Pepsi quiso demostrar su deuda de gratitud con dos hechos: en 1992 una nueva planta inaugurada en Colonia fue bautizada "Rómulo Mangini". Además, se ofreció a la familia que eligiera a uno de los nietos para ingresar a la empresa. Hoy Roberto trabaja en la planta que lleva el nombre de su abuelo.

***

En la semipenumbra de su pieza Valentín Mautone quiere encontrar los certificados donde constan la cantidad de años trabajados en la fábrica, pero no recuerda dónde están.
Hay dos sifones azules apoyados sobre la vieja heladera. "Son de la fábrica. También tenía una botellita de tónica, pero se me cayó y se rompió".
Mautone recuerda cada detalle de la historia. "Así era la orden del viejo patrón: después de sacarle la cáscara a las naranjas; ocho a diez cajones se llevaban a las escuelas. También se le daba una bolsa a todo el que pedía. Y el resto se tiraba".
El barrio donde vive es pobre y su casa es una única pieza muy humilde. El piso de portland está cubierto de ramas que, a falta de leña, alimentan la estufa. Casi no hay muebles y una bicicleta sirve de perchero.
Cuando termina de contar su historia, Mautone sonríe contento pero, cuando se despide, sus ojos se llenan de lágrimas. Los recuerdos le han dejado un sabor dulce y a la vez amargo. Como el agua tónica.


Historias uruguayas, Debolsillo (Sudamericana, 2014)
Publicado por Leonardo Haberkorn en la revista Tres, el 23 de agosto de 1996.
Este reportaje integró el libro 9 Historias Uruguayas (Ediciones de la Plaza, 2004), recientemente reeditado como Historias uruguayas (Sudamericana, 2014). El libro puede comprarse aquí.
Se publicó también en la revista Viva del diario argentino Clarín, el 22 de noviembre de 2009.

el.informante.blog@gmail.com

2.10.08

Periodismo de vuelo bajo

La noticia se publicó el viernes: la aerolínea brasileña Gol fue elegida como la "de mejor performance del mundo" en 2006 entre las que tienen un balance de entre 1.000 y 4.000 millones de dólares.
El premio se lo otorgó la revista Aviation Week and Space Technology.
Es curioso que Gol recibiera un premio por su desempeño en 2006, cuando uno de sus aviones chocó con un jet particular, cayó en la Amazonia y mató a todos sus 154 pasajeros y tripulantes.
Es cierto que las investigaciones revelaron que la responsabilidad de accidente fue del otro avión, que volaba fuera de su ruta. Pero, aún así, los muertos siguen allí.
La noticia dice que Gol recibió el premio por su desempeño en cuatro ítems: rentabilidad sobre el capital invertido, capacidad de generar lucro, performance operacional y solidez financiera. En el mundo de hoy, las vidas humanas son un indicador secundario.
Aviation Week tampoco tomó en cuenta que Gol acaba de ser multada con 300.000 dólares por las autoridades brasileñas por un hecho ocurrido en noviembre de 2006 cuando los pasajeros que esperaban un avión en San Pablo fueron reubicados en otros vuelos sin ninguna explicación. El cargo fue el de omisiones "al derecho a la información y a la garantía de asistencia adecuada al consumidor". Obviamente, el "derecho a la información del consumidor" vale poco al lado de la "capacidad para generar lucro".
Gol también fue noticia en mayo, cuando a un vuelo entre San Pablo y Montevideo se le incendió una turbina. La compañía dijo que un pájaro había provocado el fuego. La prensa no contrastó la explicación con ninguna fuente alternativa.
En realidad, la información que necesita la gente que viaja en avión no es la que brindan los medios.
En 2005 visité con mi familia las islas del Caribe colombiano. Compré los pasajes en Montevideo. Para volar entre la muy turística San Andrés y la solitaria isla de Providencia, la única opción era la aerolínea West Caribbean.
El avión era pequeño, como suelen ser los que unen las islas caribeñas. No lucía muy cuidado. Parte del equipaje iba tirado en el pasillo. El vuelo a Providencia fue normal hasta que el momento del descenso: allí la nave comenzó a sacudirse y de golpe sufrió una caída que parecía no tener fin y provocó el pánico general. Cuando el avión por fin se estabilizó y aterrizó, algunos pasajeros tenían lágrimas en los ojos.
El viaje de regreso fue más normal, pero cuando el avioncito aterrizó en San Andrés y mientras todavía carreteaba pude ver al personal de tierra del aeropuerto mirar con horror a la nave y correr hacia un hangar en busca de algo: forcejeaban con una puerta que no podían abrir, mientras giraban su cabeza para mirar a nuestro avión que pasaba frente a ellos. Nunca pudieron abrir la puerta del hangar, por lo que fue imposible saber qué buscaban. Pisé tierra con el firme deseo de nunca más saber de West Caribbean. No pude.
Un mes más tarde, en marzo de 2005, el vuelo de West Caribbean entre Providencia y San Andrés se estrelló poco después de despegar: murieron los dos pilotos y seis de los 12 pasajeros.
La noticia no tuvo demasiada repercusión, pero sí la que la sucedió apenas cuatro meses y medio después: un avión de gran porte de West Caribbean que volaba entre Panamá y Martinica con 152 pasajeros y ocho tripulantes se estrelló en Venezuela. Todos murieron.
Recién entonces la prensa publicó la información que el público había necesitado ANTES de los accidentes:
En enero de 2005 West Caribbean había sido sancionada por las autoridades colombianas por violentar el Reglamento Aeronáutico: manejo indebido de los libros de vuelo, problemas en el mantenimiento de las naves, irregularidades en los chequeos, problemas en el entrenamiento de las tripulaciones, exceso de trabajo de los pilotos, entre otras nimiedades. La aerolínea fue multada y se le impidió volar por unos días.
Casi nadie se enteró. Los vuelos que yo tomé iban llenos. Los dos vuelos que se cayeron también: 168 personas murieron.
Como suele suceder hoy día: faltó información. No noticias sobre rankings y premios: información verdadera y útil para la gente. Se supone que eso es el periodismo.
Los apologistas de la sociedad en la que vivimos no dejan de destacar la cantidad de información que hoy tenemos a disposición: más de cien canales de televisión, publicaciones de todo tipo, internet que te lo cuenta todo en tiempo real, los titulares que te llegan al celular.
Todo eso puede ser muy bueno o una cáscara vacía. En materia de aviación la única información real que hemos recibido en los últimos tiempos se la debemos al coraje del piloto argentino Enrique Piñeyro, que nos ha informado a través del cine lo que ningún medio se había animado a contar antes.
Hoy hay más desinformación que información. Cada vez hay menos periodistas que investigan en los medios y cada vez hay más periodistas contratados en "agencias de prensa" que trabajan creando pseudo noticias para las grandes corporaciones.
Hay temas que silencia un aviso. Hay noticias que no se dan porque alguien lo pide. En cambio se informa que la empresa X ganó un premio, que la compañía Y pintó una escuela y que la empresa Z quiere mucho a todos los niños. Propaganda, publicidad y marketing travestidos de periodismo. En 2002 toda la prensa reprodujo la "noticia" de que la calificadora Moody´s había otorgado la nota de confianza más alta a los bonos y depósitos... ¡del Banco Montevideo!
Hace unos días, en La Diaria se publicó una extensa lista de todos los accidentes que han ocurrido en centrales nucleares en 2007. Es muy curioso: mientras en nuestros medios se desarrolla una intensa campaña para que Uruguay compre una central nuclear, nadie había informado sobre esta sucesión de accidentes.
El público suele creer que los mayores riesgos para la libertad de expresión provienen de las presiones de los políticos. No es cierto. Son las grandes corporaciones las que cada vez condicionan más el contenido de los medios, de una manera mucho más encubierta y artera.
Para sobrevivir a esta enorme amenaza sobre su futuro, el periodismo debería volver a su principio más básico: servir al público. Los dueños de los medios y muchos de sus trabajadores deberían recordar que "la capacidad de generar lucro" nunca había sido, hasta ahora, la razón de ser de la prensa.
El periodismo no es apenas un negocio más. Cuando se transforma en eso, se cae. Igual que los aviones sin mantenimiento.

Publicado por Leonardo Haberkorn en el diario Plan B, 2007.

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